Al profundizar en la astrología se aprende que no se puede generalizar a un grupo de personas bajo un mismo signo dependiendo del mes y el día en que se nació. Pues al hablar de que esta persona es Leo y esta otra es Aries, lo que se está haciendo es referirse exclusivamente a la posición del Sol en el momento del nacimiento; y si se llega a caer en el error de generalizar a las personas bajo esta única visión, se deja en el olvido la importancia de la integración del todo, de la conexión con las otras partes del ser, aquello que develan los otros astros.
Por ello, no todos los
nacidos bajo el signo de Virgo se comportan de la misma manera, ni
siquiera por haber nacido durante el mismo día y año; más aún, cuando se
habla de los signos se está hablando de doce modelos arquetípicos de
comportamiento, que deben ser completamente analizados en el horóscopo,
junto con otras variantes como las casas, los aspectos y los planetas.
Un horóscopo individual
requiere del conocimiento exacto de la hora, día, mes, año y lugar de
nacimiento. Pues en realidad la palabra horóscopo viene del griego:
“horo” que es “hora” y “skeptornai” que es “observar”. Esto significa
que para conocer la conexión que tenemos con los astros es necesario
observar cómo se encontraban los planetas y su ubicación en el momento,
el lugar y la hora de nuestro nacimiento.
Al hacer esto, se levanta un
mandala cuyo nombre es más conocido como “carta astral”, el cual es como
una fotografía simbólica de la ubicación de los planetas, los signos y
las casas zodiacales en el instante del nacimiento.
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